miércoles, 4 de noviembre de 2020

UNA SORPRESA INESPERADA

 

 

Era el día antes de Halloween, estaba muy emocionada, ya era tarde, por lo tanto, me fui a dormir.

No me podía dormir, pero acabé durmiéndome pensando en que mañana me iba a divertir mucho, o eso pensaba yo.

¡Ah! perdón, que no me he presentado, me llamo Laura y tengo 10 años.

Creo que me levanté con el pie izquierdo, porque cuando bajé a la cocina mi madre estaba haciendo unas galletas monstruosas, pero … ¡¡se la quemaron!!

 ¿Ahora que iba a desayunar?

Me fui a vestir… ¡no tenía disfraz!

Me puse como loca, así que me tuve que vestir normal, todavía me quedaba media hora antes de ir al cole, así que me puse a ver la tele.

Cuando llegué al cole vi que todos estaban disfrazados, me puse muy triste, en ese momento recordé que en la sala del conserje había disfraces de años pasados ¡qué alivio, menos mal!   (primera cosa buena del día).

 Hoy como era Halloween solo había una clase, las demás eran para celebrar.

La clase era de mate (aaaagggg). Saqué los libros y me di cuenta de que no había traído el estuche, así que la profesora me dio un lápiz roñoso y sucio… ¡qué mala suerte!

La fiesta salió bien (no me puedo quejar).

Cuando salí del cole, ya eran las cinco de la tarde, el abusón del cole me tiro al suelo, no sé porque lo hizo, estaba muy enfadada.

Cuando llegué a casa merendé y pensé que era una buena idea dar una vuelta en bici, pero no… a mitad de camino pasé por un charco y me calé entera, así que tuve que volver a casa chorreando, me cambié y como ya era tarde, me fui a dormir.

A mitad de la noche me desperté porque tenía sed. Tuve que bajar hasta la cocina, coger el vaso de agua e intentar volver a dormir.

Al día siguiente mi madre tenía un perro en su regazo. Era un perrito blanco, ojos verdes, pelo rizado y llevaba un lacito rosa en la cabeza. ¡Era monísimo!

A día de hoy sigo sin creérmelo, pero el perro era para mí y me puse súper contenta.